Cuando más a gusto estás en la playa, te das cuenta de que el mes de agosto ha pasado volando. Y lo peor es que llegas el día de antes de la vuelta al trabajo, y… ¡Sorpresa! En tu armario no hay ni rastro de vestidos para la oficina; las americanas han desaparecido y los pantalones de las reuniones no sabes donde paran. Sólo hay vestiditos playeros, sombreros de ala ancha, chanclas piscineras y bikinis. Además, por si fuera poco, ya te habías olvidado de la sensación de ir enfundada en unos vaqueros y cuando intentas meterte en los pantalones de siempre, las patatitas, las cervecitas y todas las demás…